No creo ser una mamá aprensiva, preocupada en exceso por la
vida de mis hijos. Pero anoche al verlos,
de repente mi cabeza comenzó a llenarse de incertidumbre y creo que
hasta miedo. ¿Tendrán a Cristo como el centro y brújula de su vida? ¿Cómo será
su futuro? ¿Quiénes serán sus esposos, esposas? ¿Serán buenos padres? ¿Ejercerán su fe? ¿Habremos
hecho un buen trabajo su padre y yo?
Te escribí líneas arriba que no creo ser preocupona, pero las preguntas me delatan. Y creo que como
mamás, siempre hay una inclinación a proteger a nuestros hijos de todo lo que
pudiera dañarlos, hacerles mal. Y hay un
tiempo y momento para hacerlo, y otro para dejarlos avanzar por sí mismos. Y hoy sabemos que el Señor Jesucristo es el
único, el Camino, la Verdad y la Vida, y que separados de Él, nada hay que
podamos hacer, y no hoy no podemos imaginar vivir de una manera que no
contemple a Dios. Pero no sé si este sea el deseo de mis hijos. Y eso sí me
angustia. Temo que no tengan una relación verdadera con Cristo, y la eternidad
entera para vivir apartados de la presencia de Dios.
Tal vez en tu casa tienes la bendición de Dios tienes la oportunidad de educar a tus peques en este
deseo de buscar y agradar al Señor. Pero para las que andan como yo, inquietas
por los hijos que parecen no interesarse en Dios, les regalo este versículo que
una querida y compasiva amiga me regaló cuando me oyó suspirar al ver a unas
adolescentes bautizándose.
“He aquí, yo soy el SEÑOR, el Dios de toda carne, ¿habrá algo imposible
para mí? “
Jeremías 32:27
Nada. No hay nada imposible para quien estableció el
tiempo, los planetas y ordenó y detalló todo lo que existe en la
naturaleza. Y dice este verso que es el, Dios, el Señor, el Dueño de toda
carne. Él es el Dueño de mis hijos. Le pertenecen y a mí y a su padre, nos los
prestaron como herencia
“He aquí, herencia de Jehová son los hijos;
Cosa de estima el fruto del vientre. “Salmo 127:3
Cosa de estima el fruto del vientre. “Salmo 127:3
Así como Dios es mi Padre Celestial, mi fuente de amor y sabiduría, También así lo es
para mis hijos. No porque a mí se me antoje como una idea consoladora ante la
loca vida actual, sino porque a través de Cristo, el Padre me adoptó. A Su tiempo. A Su manera. Cuando Él quiso. Y
lo hizo de tal manera que promete que la familia de quien cree en el Señor
Jesús será salva. (Hechos 16:31)
Yo no puedo hacer nada más que orar. Orar. Constantemente,
sin desesperanza. Por ellos, por Ignacio, Claudia y Rubén que fueron puestos en
mi vientre por la mano generosa del Creador. Que el Señor los traiga a Él con
lazos de amor, con esa dulce esperanza de que una vida en Cristo sea una vida
completa. Con la Verdad de Jesús acompañándoles en cada turbulencia que llegue
a sus vidas. Con agradecimiento porque sé que mi Dios, es soberano y a Su
tiempo, hará lo que muchos consideran imposible.
No puedo dirigir sus vidas. Obligarlos a creer. A tener fe.
Pero hay algo que sí podemos y debemos hacer. Oremos por nuestros hijos, querida amiga. Y si no los
tienes, seguramente hay cerca algún sobrinito necesitado de tu oración. Que el
dulce nombre de Jesús sea la respuesta a su vida. Y oremos también por nosotras
las mamás. Que el Espíritu Santo nos guie día con día para ser una mujer que
vive, intensamente, la Palabra de su Padre. Que nuestra manera de vivir, de
tratar a los hijos, de amarlos, respetarlos y guiarlos, sea siempre una invitación a buscar de Dios.
C
felicidades, que gusto leerte y recordar la bendición que tenemos de interceder por ellos.
ResponderEliminarAsí es Lizzie. gran bendición! Gracias por leer
EliminarGenial Clau! Que bendición !! Un abrazo ! Muy sabía :)
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