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miércoles, 16 de marzo de 2016

EL DERRAME DEL DÍA





Cuando mis hijos eran pequeños, había una frase que se usaba sí o sí, en cada comida. El derrame del día, era el dicho que aplicaba justo después del vaso de leche tirado, de la taza de cereal volteada, del jugo que caía lento y voraz sobre el mantel limpio.

La podía decir cualquiera de mis hijos, o yo. Y dependiendo de quien la dijera sonaba a burla, a culpa o, a regaño. (Esa generalmente era yo).

Y es que lo que se derrama, se pierde. Ya no se tiene. No puede volver a tomarse. Y en el caso de un delicioso vaso de leche con chocolate, es una pérdida, sin duda. Pero en la vida espiritual, esa pérdida significa ganancia.


2 Samuel 14:14 Porque de cierto morimos, y somos como aguas derramadas por tierra, que no pueden volver a recogerse”

Cuando venimos a Jesús, le entregamos nuestra voluntad, nuestros deseos, nuestra vida entera. La derramamos ante Él. Estamos cansadas, hartas de ser autosuficiente, y gozosamente ponemos todo delante de Él, esperando en Él como nos dice el salmo 62:8. Pero resulta que muchas veces, no sabemos ni queremos esperar en Dios, en Su salvación y tiempos perfectos.

Así que nos las ingeniamos para volver a tomar lo que ya había sido entregado. ¿Cómo lo hacemos? Desconfiando de Dios. Tal vez no abiertamente, pero sí efectivamente al dejar de orar, dejar de acercarnos al trono de la gracia buscando Su dirección.

No es preciso andar en grandes batallas, en pruebas terribles para volver a Dios. ¿Hasta cuándo lo entenderemos? ¿Hasta cuándo la rebeldía seguirá tomando para sí las cosas que sólo Dios puede tomar, hacer, transformar, cambiar si Él así lo desea?

La palabra de Dios siempre nos llama a arrepentimiento. Ese es el mensaje de Jesús, arrepentimiento y regreso a Dios. Ese es nuestro llamado diario, el derrame del día al cual debo someter mi orgullo y mi corazón:

“ Proverbios 1:23 Volveos a mi reprensión; 
He aquí yo derramaré mi espíritu sobre vosotros, 

Y os haré saber mis palabras. 

El Espiritu Santo YA mora en nosotros. Ha sido derramado en ti y en todos los que creemos en Jesús y es a través de la Biblia, Su palabra, que podemos hallar la convicción para confiar, creer y que sólo en Jesús está la plenitud:


Hechos 2:33 Así que, exaltado por la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís.” 



“ Romanos 5:5 y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado. “

Derramada nuestra alma en Dios, como Cristo derramó cada gota de Su sangre en la cruz. Derramar nuestro espíritu en oración, como Cristo derramó su dolor, miedo en la oración del huerto. Derramar mi vida a favor de otros, sirviendo, amando, perdonando como el Maestro lo hizo en favor de sus ingratos discípulos, buscando una sola cosa: que el nombre de Dios sea alabado.

Derramar mi esperanza, mi deseo, mi aflicción como lo hizo Ana delante de Dios.

1 Samuel 1:15 Y Ana le respondió diciendo: No, señor mío; yo soy una mujer atribulada de espíritu; no he bebido vino ni sidra, sino que he derramado mi alma delante de Jehová”


Como lo hizo David, en la persecusión en el desierto, entregando lo que más anhelaba en ese momento, agua para apagar su sed, dándola a Dios.

“Entonces los tres valientes se abrieron paso por el campamento de los filisteos, y sacando agua del pozo de Belén queestaba junto a la puerta, se la llevaron y latrajeron a David; pero él no quiso beberla, sino que la derramó para el Señor
 2 Samuel 23:16”

Diario. A cada momento. Dejar de pensar en mí, sino en agradarle a Él.  Una vida derramada  por, para y de Cristo. Sin esperanza ni deseo de tomarla de nuevo para mí, sino llevar gota a gota mis pecados, mi egoísmo, mi rebelión para ser absorbida y descansar en Jesús, vid verdadera y ser cristiana efectiva, viva, intensa que busca el santo derrame del día, intencionalmente .

 Isaías 44:3 Porque yo derramaré aguas sobre el sequedal, y ríos sobre la tierra árida; mi Espíritu derramaré sobre tu generación, y mi bendición sobre tus renuevos; 
Bendiciones!

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