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domingo, 9 de agosto de 2015

PURO ASOMBRO.



Llevo meses con esa palabra: extravagante.  En sí misma, es una palabra de peso, larga, con sonidos diferentes y que si las palabras fueran plantas, pienso en una hermosa y única  orquídea de un color inescrutable.  Ese es mi limitada mente, pero lo que según la RAE significa la palabra extravagante es: Que se hace o dice fuera del orden o común modo de obrar. Raro, extraño, desacostumbrado, excesivamente peculiar u original.

Y la palabra no ha llegado sola, sino que ha venido una idea, un pensamiento, una oración: Dios extravagante.

Dime si no es así el Señor: extravagante en Su amor. En el objeto de Su amor. En las maneras de mostrar Su amor. Original en sus formas de enseñar, de hacerse entender.
El libro de Oseas, por ejemplo, nos da muestra una de esas extravagancias: Dios le manda al profeta que se case con una fornicaria, la haga su esposa , y tenga hijos con ella para así mostrarle al pueblo de Dios,  cómo a pesar del pecado e infidelidad de Israel, el Señor se compadece de Su pueblo obstinado:

“Con cuerdas humanas los conduje, con lazos de amor, y fui para ellos como quien alza el yugo de sobre sus quijadas; me incliné y les di de comer. “ Oseas 11:4

“Te perdiste, oh Israel, más en mí está tu ayuda.” Oseas13:9 RV1960

“Vuelve, oh Israel, a Jehová tu Dios; porque por tu pecado has caído.” Oseas 14:1

Oseas no la tuvo fácil. Ni quiero imaginar lo que pensó. El texto no habla sobre quejas o preguntas. Más bien vemos a un hombre obedeciendo sin entender. Por reverencia y temor a Su Dios. Pero sabes la lección que mejor podemos explicar, es la que vivimos en carne propia. Y por eso Dios, generalmente primero trata con nuestra vida, con nuestro propio pecado e incredulidad, para revelar, con toda Su paciencia, quién es El y el propósito de las circunstancias que nos rodean.
Dios extravagante, sin duda, el que coordina y mueve mareas y ballenas para enseñar a Jonás, Su profeta, que los planes divinos son sin duda mejores que los del hombre. En el silencio del estómago del gran pez, Jonás aprende que la soberanía de Dios es inescrutable, y lejos está el hombre de entender:

Y el SEÑOR dispuso un gran pez que se tragara a Jonás; y Jonás estuvo en el vientre del pez tres días y tres noches.” Jonás 1:17

Y Dios lo libera y le encomienda otras cosas, que, por supuesto, Jonás no quería hacer y comenzando el capítulo 4:1 se queja de la bondad de Dios:

Pero esto desagradó a Jonás en gran manera, y se enojó. Y oró a Jehová, y dijo: Ahora, oh Jehová, ¿no es esto lo que yo decía estando aún en mi tierra? Por eso me precaví huyendo a Tarsis; porque sabía yo que tú eres Dios clemente y piadoso, tardo en enojarte, y de grande misericordia, y que te arrepientes del mal. Ahora pues, oh Jehová, te ruego que me quites la vida; porque mejor me es la muerte que la vida. 

Oh, querida, tenemos un Dios que es pura misericordia y amor absoluto. Después de este “regaño”, quizá lo que Jonás merece es un rayo fulminante, pero mira esto:

Y Jehová le dijo: ¿Haces tú bien en enojarte tanto?” Jonás 4:4

Burros que hablan, cuervos que alimentan profetas, aguas separadas, comida que cae del cielo, pueblos liberados de la esclavitud, lanzados al destierro y de nuevo rescatados. Y muchos ejemplos más. Y detrás de todos estos hechos, la mano poderosa de Jehová,  el Gran Yo soy.
Dios extravagante, sin duda, cuando desde antes del tiempo previó y proveyó al Salvador de un pueblo rebelde y pecador: Cristo. Dios extravagante que de una virgen hace nacer la esperanza divina  encarnada, a Emanuel, Jesucristo el Mesías.

Dios de maravilla, poder, y amor que en Su precioso Hijo hace cumplirse más de 300 profecías que anuncian la salvación a su pueblo infiel. Dios de maravilla que en el linaje humano de Cristo, incluye a  una prostituta redimida, a un rey adúltero (Mateo 1:16 Lucas 3:23) y muestra que El hace todas las cosas nuevas, que de lo malo, saca bueno, que de lo despreciado, saca honor.  Dios de maravilla que en Jesús, muestra delicadeza, cuidado, amor hacia las mujeres, los niños, los pobres y despreciados. Dios de milagros, que sana, restaura, revive, a enfermos, paralíticos, cojos y muertos.

Dios de amor extravagante para un mundo ordinario:

»Pues Dios amó tanto al mundo, que dio a su Hijo único, para que todo aquel que cree en él no muera, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de él.” Juan 3:16-17

 ¿Qué podemos añadir a estos versos? ¿Qué cosa podrá explicar, lo que estas palabras significan?

Que el Espíritu Santo que ya mora en quienes le aman y le reconocen (otra extravagancia divina) toque nuestro corazón con un profundo asombro por nuestro original, amado Creador. Que en tu corazón se grabe la reverencia y devoción hacia el Altísimo, que mora en las alturas, y el corazón del quebrantado… Así que por eso estaba la palabra en mi mente: para regresarme  al asombro por el Dios al que amo. Que sea así para ti, querida. 

Bendito sea Su nombre

¡Bendiciones!


C

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