Gracias a Dios que ha provisto mi vida de muchas amigas, queridas todas, Ayer
por la tarde , varias mujeres y yo pasamos un tiempo juntas, buscando conocer
más de la Palabra de Dios. Y en algun punto, después del estudio, empezamos a
caer en cuenta de que la mayoría de las que estaban de ahí, habían llegado de
otras partes del país y éramos poquitas - 2 ó 3 - las nativas de la región.
Y
claro, yucateca como soy, empecé a sacar mis palabritas regionales que son
bastante pintorescas y que a las personas de fuera, les suenan extrañas y
chistosas. Y nos reímos mucho con todas las ocurrencias sobre los modos y
modismos de nuestra jerga local, mientras llegaba el tiempo de despedirnos e
ir a casa.
Y me quedé pensando en cómo es que Dios ha reunido a este tropel de damas de
tan distintas ciudades, y nos ha juntado a su alrededor, dándonos una nueva
perspectiva.
Más allá de ser de cualquier parte del mundo, nos une un vínculo eterno:
Más allá de ser de cualquier parte del mundo, nos une un vínculo eterno:
"Mas nuestra CIUDADANÍA está en los cielos, de donde
también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; " Fil. 3:20
Por la Gracia del Dios Fiel que nos ha amado y llamado,
somos ciudadanos del reino de los cielos, la gran y nueva ciudad santa que
resplandecerá al final de los tiempos, como nos cuenta Apocalipsis.
Por la muerte de Jesús, es que hemos sido hechos nuevos y
adoptados por Dios, como pueblo suyo, como pueblo amado, heredero de las
promesas del Padre. ¿No es esto asombroso? Nosotras, los que antes de conocer a
Jesús vivíamos en el reino de las tinieblas, del pecado y del egoísmo, por el
sacrificio de Cristo es que hemos sido presentadas ante Dios, como justas para
ser llamadas ciudadanas de la Luz.
Nuestro punto de coincidencia, seamos rusas, jarochas o
finlandesas, es la gracia de Dios a través de Jesús. Nada bueno había en
nosotras, pero aún así, el hermoso y humilde Señor Jesús se compadeció de
nuestra condición y necesidad, y con amor nos presenta a su Padre, y ruega ante
El, por ti y por mí. Por todos aquellos que han doblado rodilla ante Su nombre,
por todos esos caídos que sin merecerlos, han sido dotados de fe para reconocer
Su señorío, Su poder, Su misericordia.
Así que, recordando que ya no somos ni de aquí ni de allá,
podemos vivir esta nueva ciudadanía con gozo, con obediencia, con asombro y
gratitud.
Desde un país lejano, lleno de pecado y tristeza, nos ha
traído el Padre, para que le conozcamos , le amemos y le honremos por quien es
El. Por el nombre de Cristo, es que en la eternidad habremos de ver esta Ciudad
"Después me mostró un río limpio de agua de vida,
resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero. En medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro
lado del río, estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada
mes su fruto; y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones.
Y no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y
sus siervos le servirán,y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes.No
habrá allí más noche; y no tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz del
sol, porque Dios el Señor los iluminará; y reinarán por los siglos de los
siglos." Ap. 22:1-5
Querida amiga y hermana, que el Señor nos ilumine mientras andamos por este mundo, que en su paz y gozo sea nuestra victoria, porque la vida eterna, ya Jesús nos la dió, por pura y simple gracia. Bendito sea Su nombre.
Clau
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