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martes, 21 de julio de 2015

REVISANDO...




He estado revisando las publicaciones que hago, y para mi sorpresa, noto una constancia: queja. Encubierta a veces, franca otras más. Y Dios me ha estado llevando por pasajes donde reviso que esta actitud, como cristiana, como hija de Dios, no es la más deseable.
Así que revisando letras, revisando días, revisando Su palabra encuentro y retumba en mí el versículo que tantas veces me ha animado, y que puede definir mi vida nueva en Jesús y por Jesús:

"Has cambiado mi lamento en baile;
Desataste mi cilicio, y me ceñiste de alegría." Salmo 30:11

Por amor de Su nombre nos ha amado, llamado, perdonado y dado nueva esperanza a la luz de Cristo. Por amor de Su nombre es que nuestras rebeliones y pecados , se han hecho niebla y han sido deshechos en la sangre de Jesús. Por amor de Su nombre es que Su misericordia nos alcanza y sustenta a lo largo de nuestro tiempo en la tierra.
Su gozo ha derrotado nuestra tristeza, el poder de Su palabra sustenta nuestra vida cuando todo cae y todos fallan. Su gozo es la fuerza que nos impulsa a dar un poco más de nosotras cada día más. Su gozo ha sido hecho carne en Jesús, y en El , en el Cristo de Dios, es que lo podemos todo, fortalecidas por su mansedumbre, animadas por su humildad, contagiadas por su extravagante amor que perdona lo imperdonable y limpia lo que parecía perdido en suciedad.
Su fidelidad es la que a cada momento de duda llena nuestra vida. Su fidelidad, su Eterno estado de amor, de santidad, de justicia, es lo que nos anima para servir a otros como Cristo sirvió, despojándonos de cualquier dignidad que tengamos y estando dispuestas a ser luz en un tiempo donde la oscuridad es alabada y exaltada.
Su precioso, dulce consuelo, Jesús encarnado en un indefenso bebé es la muestra para ser consolación y aliento a otros. Ser consuelo en pérdida, en enojo, en separación, muerte y enfermedad. Jesús entiende, consuela y nos llama a dejar la postración espiritual, cuando nos dice: Niña, a ti te digo, levántate.
Querida, diario,a cada momento, es tiempo de alabar y agradecer cada uno de los detalles de Dios para nuestra vida. Son más los beneficios que los males, que hemos recibido de El. Pero si así no fuera, si la vida siguiera ruda, difícil, pelea sin tregua, sufrimiento y humillación, aún así es tiempo de alabar al Único, Sabio Dios.
Hasta aquí, nos has ayudado, Dios. Bendito sea Tu nombre, de siglos en siglos.
Bendiciones

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