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martes, 19 de mayo de 2015

Mediano, grande o chico...


Como hermosas estrellas en esas noches sin luna, brillantes y lejanas  refulgían las camionetas alrededor de mi pequeño coche. Dudé en bajarme. Un sentimiento de estar  y ser totalmente inadecuada llenó mi mente con largas, firmes y casi transparentes telarañas.  Retrocedí años luz con respecto a ser agradecida y sentirme bendecida por el Señor, y me instalé a pensar en cómo es que yo no tenía alguno de esos camionetones que proclaman abundancia.
Lo dudé antes de publicar este texto. Mira que no disfruto ni un poco el andar exponiendo mis luchas a los cuatro vientos, y menos en los tiempos del internet: nada se borrará. Pero, hoy comprendí que esa batalla con mi contentamiento y los planes del Señor, tuvo, tiene un propósito. Fueron días nublados: mi mente y mi corazón vagaron con bastante libertad en ciertas decisiones y hechos pasados, y por algún tiempo me estacioné ahí. Y con esto quiero decir que mi retroceso fue voluntario e intenté fuera contagioso. Para no sufrir sola, ya sabes.  Sutilmente – seguramente no fui nada sutil- le conté  a mi esposo mis quejas y humillaciones  y con cierta alarma, pero pacientemente, me escuchó hablar sobre cómo era un tormento a mi alma, no tener lo que yo quería. Gracias a Dios porque ha trabajado amorosamente en mi Chinito,  que con toda preocupación, pero con mucha firmeza y autoridad me dijo: Estás mal. ¿Qué tiene más valor para ti? ¿Dónde está tu tesoro? ¿En dónde está puesto tu gozo? ¿En mi cartera?
Me dejó pensando, avergonzada , que estaba viviendo en plena y codiciosa carne. Me dejó pensando en este pasaje de Jeremías  

¡Cómo dejaron a la ciudad tan alabada, la ciudad de mi GOZO! Jeremías 49:25

Y este lamento del profeta , a mí me sonó a pregunta: ¿Cómo lo dejé? 

Estuve a cuentas y re cuentas con el Señor. Estuve pidiéndole que en su misericordia – inagotable pero nueva cada mañana- que tomara control de mi codicioso corazón y de mi contentamiento . Que tomara todos los anhelos de mi corazón, y los concentrara en anhelo único: El. 
He tenido que mirar esas zonas oscuras, tristes  de mi alma y hallar que sólo la Verdad de Jesús es capaz de darme vida, y entonces llegué a este texto: 

 ”  De cierto, de cierto os digo, que vosotros lloraréis y lamentaréis, y el mundo se alegrará; pero aunque vosotros estéis tristes, vuestra tristeza se convertirá en GOZO. “ Juan 15:22.

Y estas palabras llegaron a mí, como un tierno abrazo de mi Señor,  Y recordé mi tontería, mi vanidad, tan pasajeras, tan claramente condenadas a desaparecer como todo lo material, y la  eterna majestad de la palabra de Dios estableció su verdad en mi. Comencé a sonreír, sinceramente.. Le pedí perdón y dije : Es cierto. Hay circunstancias verdaderamente difíciles, no lo que frivolidad que te cuento hoy.  Hay enfermedades y muerte y cosas llenas de dolor que en verdad, causan llanto y desesperación a mundanos y cristianos. Es cierto, hay momentos muy tristes en la vida de un hijo de Dios. Seguir a Cristo no nos exime de sufrir.  Pero Jesús, pronuncia estas palabras “vuestra tristeza se convertirá en gozo” como mensaje de esperanza a sus discípulos. Para avisarles, avisarnos  con amoroso cuidado, que no perdamos el ánimo.  Que más allá de pruebas y problemas, está El.  

El gozo de Dios.No en una alegría pasajera, una satisfacción que tiene fecha de caducidad y vigencia. El gozo de Dios, viene, como su nombre indica, directamente de Él, el  Inmutable, Eterno y por lo mismo, sin variación. Por eso no cambia con las circunstancias.
El gozo de Dios, es como El. Omnipotente, Poderoso, Eterno, Misericordioso, Amoroso, Fiel. Por eso cuando oramos, y estamos en comunión con Dios  por amor de Su nombre revela en nosotros, la razón por la cual  nos hizo a Su imagen y semejanza. Para estar en El, para vivir en El, para regresar un día ante El. A contemplar la hermosura de Su majestad, la belleza imposible de un coro de voces alabando y dando gloria al Cordero Perfecto, sentado a la diestra del Padre.
Lo que pasó conmigo es que dejé de mirar a la cruz, a mi Señor, y me deleité en mirar mis circunstancias. Comencé a escucharme más  yo, en lugar de escucharle a El.  Ya has leído el desastroso resultado, pero también la hermosa provisión del Señor de darme oportunidad nueva de entender, acercarme a El y recibir su sabiduría.

No estamos llamadas a la comparación ni a la codicia. Estamos llamadas al gozo, preciosa hermana. Romanos 15:13 lo anuncia.

El Dios de esperanza os llene de todo GOZO y paz en el creer, para que abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo

Gracias a Dios!


Bendiciones!






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