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domingo, 10 de enero de 2016
¡AH QUÉ TRONO TAN CÓMODO¡
Salón lleno de sillas y gente. Supongamos que tienes que adivinar dónde estuve sentada..Quizá el cine, un auditorio..¿la iglesia?. Podrías hacerlo fácilmente, si sigues estas indicaciones: cerca del aire acondicionado,abajo de abanico y silla de la esquina, la primera.. Además, deberás buscar que esa silla, no esté demasiado pegada a las otras. Que tenga espacio suficiente para que yo no roce con nadie. Para que no me de calor. Y digo, una varita de nardo no soy, pero tampoco mi cuerpecito requiere más área de lo que cualquier persona necesita... la cosa es que me siento incómoda topando mis coditos con otros, aunque sean los de mi paciente esposo.
Necesito estar cómoda. Sin que nada me moleste. Cómoda. Y muchas personas ya lo saben, y si se sientan junto a mí, inmediatamente alejan su silla unos centímetros de mi pequeño trono. Y esto podría ser una anécdota graciosa, una tarabilla, un capricho, incluso. Sin embargo, llevo semanas pensando en que esto, no es tan inocente como quiero pensar.. ¿Por qué?
Porque esta "necesidad" de buscar mi comodidad física a veces alcanza y contamina mi vida espiritual, mi vida y relaciones diarias con otros, y muchas veces es tropiezo para avanzar hacia un carácter cristiano que implica renuncias: a mi confort, a mis deseos, y mi carne que envuelven el pequeño pero eficiente trono donde manda mi voluntad y nada más.
O sea, egoísmo.
¿Y qué pasaría si aprendiera a dejar de pensar tanto en mí? ¿En cómo me afectan las cosas?¿En lo que creo que necesito? ¿En lo que digo que quiero? ¿En lo que pienso que me merezco?.. esto muestra que mis ojos espirituales, están centrado única y absolutamente, en mí.
"El egoísta busca su propio bien;
contra todo sano juicio se rebela." Proverbios 18:1
"¿Qué es lo que causa las disputas y las peleas entre ustedes? ¿Acaso no surgen de los malos deseos que combaten en su interior? Santiago 4:1
Renunciar. Servir con amor, no por tristeza, y menos por necesidad (2Corintios 9:7) comprobar que es mejor dar que recibir, confirmar que debo buscar primero el bien del otro, antes que el mío. Vivir el amor que Jesús mostró y evidenció en la cruz, para beneficio y salvación nuestra, y ejercerlo en favor de mi esposo, mis hijos, mi familia, de la comunidad.
Quitar los ojos de mí, y fijarlos en la cruz, en Jesús. (Hebreos 12:2).
No es algo que como hijas de Dios no sepamos. Y ahí está el problema. Falta de congruencia. Vivir entre el decir, y en verdad hacer. Hacemos mucho espacio entre lo que pide Dios, y nuestro cómodo trono de indiferencia y abstracción.
Pero Jesús no hizo así. El es Rey. Y no retuvo Su poder, aferrándose. Por el contrario, El dió todo, todo, por amor. Siendo Dios, se hizo hombre. Siendo Santo, descendió a vivir y servir a pecadores. Siendo Infinito, se redujo a un cuerpo humano. Siendo Majestuoso, recibió ofensas, humillación muerte.
En obediencia. En agradecimiento. Para gloria de Su Padre, Dios.
Hoy no me senté en mi lugar habitual. Me senté en la silla de al lado.Un microscópico avance. Me inquietó la idea. Pero Dios fue bueno y estuve muy bien durante el servicio, tan bien que una idea que dijo mi pastor , se me quedó rondando en la cabeza y fué el pretexto para este artículo: Una vida egoísta no produce nada.
¿Una vida cristiana sin amor a otros? Imposible. . Sólo por la gracia del Señor Jesús es que aprenderemos, centímetro a centímetro , a llevar la carga de otros, en amor y dejar nuestro pequeño y miserable trono, atrás.
Bendiciones, querida. Ya te contaré como me va con mi nuevo lugar... Ora por mí.
C
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