Quizá quieras ver La misión, película filmada en 1986, y merecedora de varios premios y con una hermosísima partitura musical, a cargo del italiano Ennio Morricone y aunque no encontré disponible la escena exacta de la película que quiero compartirte, trataré de narrártela: llueve sobre el río Amazonas, y un agobiado y enlodado Rodrigo Mendoza ( Robert de Niro), intenta avanzar por la selva amazónica arrastrando , su pesado y voluntario equipaje de armas y equipo de guerra, símbolos de su vida pasada y que Insiste en llevar consigo a pesar de que claramente,, le era completamente innecesario, inútil para ese lugar y que ocasiona grandes atrasos en toda la expedición. Por tanto, la carga se vuelve aún más pesada de lo que es. Y cada vez que veo esta escena, me quedo pensando en cómo podemos ser tan tercos como este personaje, y seguir insistiendo en llevar el pasado a cuestas.
Pienso en las muchas veces en que nos aferramos a ciertas cosas y personas, que claramente nos estorban, nos atrasan y nos hacen olvidar, que ya no somos aquellos que un día fuimos.
Ahora somos hechos nuevos en Jesús.
Hay muchos cristianos que tienen un pasado apacible, una infancia feliz, un recuerdo hermoso de sus familiares. Pero hay otro tanto ,que viven con el corazón apuntando al pasado, visitando heridas, permaneciendo en ellas, acumulando amargura y falta de perdón. El pasado y sus pecados, la constante preocupación por lo hecho – o lo sufrido- días o años atrás, es una fijación constante de quien no ha podido experimentar la libertad que Jesús nos ha dado, al subir a la cruz. Es difícil pensar que su fe sea real, porque siempre piensan que Dios no puede perdonarles. Que lo que hicieron y vivieron es horrible, escandaloso, malvado, vergonzoso. Y esas ideas son parte del plan del enemigo para hacernos creer eso…
Créeme: cargar con un pasado pecaminoso es inútil. Doloroso. Innecesario. Lleno de culpa y condenación y Jesús no vino a condenar, sino a salvar. Aún sabiendo esto ,a veces podemos caer en este tiempo triste de estar estacionados en el pasado y para dejarlo atrás, lo que tenemos que hacer, es como el salmista dice:
” Contra ti, contra ti solo he pecado, Y he hecho lo malo delante de tus ojos; Para que seas reconocido justo en tu palabra,”(Salmo 51: 4).
Grande o pequeño, el pecado es horrible porque es contra de Dios. Pero
cuando venimos a cuentas con El y nos arrepentimos, su Espíritu nos lleva a
andar en el camino.
Dios es tan bueno, que no nos deja quedarnos en esa tristeza que nos
lleva a buscarle, sino que nos muestra su misericordia y nos lleva a recibir Su
perdón.
“Yo les perdonaré su iniquidad y no me
acordaré más de su pecado” (Hebreos 8:12).
“No os
acordéis de las cosas pasadas, ni traigáis a memoria las cosas antiguas.
“(Isaías 43:18).
Es hacia adelante, querida. No insistamos en voltear
atrás, al pasado, como la mujer de Lot.
Volvió la voz a él la segunda vez: Lo que Dios limpió, no lo
llames tú común. Hechos 1015.
El precio que se pagó por nuestra liberación y perdón,. Fue la vida
misma de Jesús… así que si El ya ha perdonado no hay nada que cargar.
“De los
pecados de mi juventud, y de mis rebeliones, no te acuerdes; Conforme a tu
misericordia acuérdate de mí,”(Salmo 25:7).
Nuevas son las misericordias de Dios cada día, a
cada instante. Su porción de gracia no se acaba. Su Espiritu Santo no se
debilita. Jesús ya hizo todo en la cruz. Nada hay por agregar, ni siquiera el
peso de un pasado, que gracias a Dios, ya no es.
Bendiciones, querida
Clau
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